Con una gran ayuda de mis amigos

Agustín Avenali
2 min readFeb 8, 2021

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Ese de ahí soy yo, hace más de veinte años, escolta de la bandera nacional.

El lunes pasado fue un nuevo aniversario de la serie “Los años maravillosos”, ¿te acordás? La que tenía de cortina la versión de Joe Cocker de “With a Little Help from My Friends”. La canción me hizo acordar a cómo llegué a estar ahí, paradito con la banda en el pecho, y me pareció que valía la pena contarlo porque es la historia de un logro colectivo.

Estábamos en quinto grado y nos tocaba una de las aulas grandes, enormes, de las más antiguas del colegio.

Las filas de bancos eran de a uno, bien largas. Junto a Felcho y Pelado (así, sin artículo) elegimos los asientos del fondo, donde sentías que el pizarrón estaba como a una cuadra.

Rápidamente me di cuenta de que lo que la tiza de la maestra escribía eran unos manchones ilegibles. No veía. Evidentemente, durante el verano mi miopía había avanzado.

No les dije nada a mis viejos, para no cargarlos en aquel duro 2000 con el costo de unos anteojos que la obra social nunca cubría. Así que intenté aguantar con los que tenía, de una graduación que ya no alcanzaba.

Sentarme más adelante parecía no ser una opción: en el fondo, lejos del escritorio de la maestra, nos divertíamos como locos.

No recuerdo cómo empezó, pero sí sé que para mediados de año teníamos una dinámica muy aceitada: Pelado, que se sentaba adelante mío, o Felcho, en la fila de al lado, escribían rápido las consignas o lo que fuera que estuviera en el pizarrón; después, me pasaban su hoja para que yo copiara desde ahí; y finalmente se las devolvía, todo a velocidad de amanuense.

Hacíamos esto en las tareas diarias, sí, pero también en las pruebas. Ahí, ellos se exponían a perder tiempo de su examen o, peor, a que la maestra los acusara de copiarse. Aún así, nunca titubearon y siguieron firmes pasándome todo.

Hacia fin de año caí en la bandera nacional, orgullo de mamá y papá y todo eso. Pero no habría sido posible sin una gran ayuda de mis amigos. Gracias a ellos por eso; no por la consecuencia insignificante de estar parado ahí adelante, sino por el esfuerzo y el apoyo desinteresado. Gracias.

Para el año siguiente, mi vieja se enteró y me compraron anteojos nuevos.

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Agustín Avenali

Flâneur, escritor fantasma, periodista, creador de podcasts. Un buscador de historias. / Flâneur, ghostwriter, journalist, podcasts creator. A story seeker.